19 de enero de 2020

Hoy en día el cambio climático y la generación de basura son temas bastante abordados, no solo por ambientalistas, si no por el público en general. Sin embargo, poco se da a conocer sobre su relación y nexo entre ambos temas.

Primeramente, la basura es un problema a nivel mundial. La generación de residuos sólidos municipales que el mundo genera según el último reporte del Banco Mundial, What a Waste 2.0 (2018), alcanza a 2010 millones de toneladas anualmente. Esto significa más de 10 veces la cantidad que se producía un siglo atrás. Asimismo, las estimaciones del mismo reporte, afirman que estas cifras incrementarán en un 70% para el año 2050, dado el crecimiento poblacional y los cambios de patrones de consumo que se tienen con el crecimiento de una economía.

Por otro lado, actualmente la principal fuente de gases de efecto invernadero viene del sector energético. Según los indicadores de análisis climático del World Resources Institute en 2017, gran parte del total de gases de efecto invernadero antropogénico tiene como fuente principal la energía, la misma que abarca un 72% del total de emisiones, de las cuales 31% provienen de la generación de electricidad y calor, 15% del sector de transporte, 12.4% del sector de manufactura y construcción, 5.2% de emisiones fugitivas y un 8.4% de otra quema de combustibles. El restante 28% de emisiones de gases de efecto invernadero provienen en un 11% de la agricultura, 6% del cambio de uso de suelo y silvicultura, 6% por procesos industriales, 2% por combustible de búnker y 3% por los desechos o residuos sólidos.

Es decir que, para sorpresa de muchos, el problema de la basura no solo se encuentra en la contaminación de los suelos, el ahogo de los océanos, lagos y ríos, el impacto negativo en la biodiversidad, además de los efectos significativos sobre la salud de las personas puesto que los gases que emanan afectan las vías respiratorias y tienen efectos cancerígenos, entre otros. Si no que también, la mera descomposición de los residuos sólidos, emite gases de efecto invernadero, metano y dióxido de carbono.

Sin embargo, este biogás puede ser capturado y usado como combustible y/o electricidad. De esta forma, usando ciertos métodos de tratamiento de residuos, como la digestión anaeróbica, es posible no solo disminuir la materia orgánica contaminante, sino que, al producir energía mediante biogás, también existe una reducción de gases de efecto invernadero.

Estas reducciones se deben, por un lado, a la captura y combustión del metano y dióxido de carbono contenido en el biogás, y por otro, al reemplazo de los combustibles fósiles que debieran utilizarse para generar la misma cantidad de energía eléctrica que se generará a partir del biogás.

En el caso de Bolivia, si bien la principal fuente de emisiones de dióxido de carbono provienen de la deforestación, representando más de un 80% de las emisiones totales de . Se producen más de 11.500.000 toneladas de dióxido de carbono al año por la venta de diésel y gasolina, el consumo de electricidad y GLP, lo que representa aproximadamente 2 toneladas de dióxido de carbono por persona al año. Cifras que son elevadas comparadas con El Salvador o Paraguay, siendo que ambos emiten por quema de combustibles fósiles aproximadamente una tonelada por persona al año (6.305.000 ton y 4.122.000 ton respectivamente).

Por otro lado, según informes del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, el 2016 Bolivia generaba aproximadamente 2 millones de toneladas de residuos sólidos al año, el equivalente a 5.400 toneladas al día, cifra que es 20% mayor a lo producido en 2010. Además, según datos del Censo de Población y Vivienda 2012, poco menos del 60% de los hogares desechan su basura en un contenedor o mediante el servicio público de recolección, el restante lo eliminan de formas alternativas, como ser: quema, la botan al río o algún terreno baldío o la entierran.

De igual manera, es necesario mencionar que no toda la basura generada puede ser utilizada para la generación de biogás, para la misma se necesitan residuos animales y vegetales (biomasa). En el caso de Bolivia, según el último Diagnóstico de la Gestión de Residuos Sólidos en Bolivia, publicado por el Viceministerio de Agua Potable y Saneamiento Básico, aproximadamente un 60% del total de basura generada es materia orgánica y papel/cartón la cual podría ser usada para la generación de biogás.

Considerando que el consumo de electricidad doméstica en Bolivia fue de 3,217,315,730 kWh para el año 2016, y que el potencial energético puede llegar a ser de 550 kWh por cada tonelada de basura incinerada, Bolivia podría producir aproximadamente entre 15 a 20% de su consumo eléctrico mediante la generación de sus residuos sólidos, cifras similares a las que Dinamarca genera, uno de los líderes mundiales en producción de electricidad por biogás, con un 18%.

Si bien existen varios factores entre los que hay que considerar aspectos técnicos, económicos, y de gestión, esta alternativa como vía para reducir la basura y las emisiones de gases de efecto invernadero es una de las aplicaciones más beneficiosas tanto en términos económicos como sociales y ambientales.

En el caso de Latinoamérica países como Argentina, Brasil y México ya han considerado esta solución. Bolivia, dadas las condiciones que tiene y a pesar de que no genere grandes emisiones de gases de efecto invernadero por producción de energía, también debería considerar esta medida tomando en cuenta los últimos problemas de basura que presentó, como el caso de Alpacoma.

 

*Alejandra Gonzáles, Asistente de Dirección, SDSN Bolivia

Los puntos de vista expresados en el blog son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente la posición de sus instituciones. Esta serie de artículos forma parte del proyecto titulado «Atlas Municipal de los ODS en Bolivia» que actualmente lleva a cabo la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) en Bolivia.

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